- Elige el esqueje adecuado: Corta una rama sana de la planta madre de unos 20-25 cm de largo, preferiblemente con un grosor similar al de un lápiz. Asegúrate de que tenga al menos 3-4 nudos.
- Prepara el esqueje: Retira las hojas inferiores dejando solo un par de hojas en la parte superior. Realiza un corte en ángulo de 45° en la base del esqueje para maximizar la absorción de agua.
- Usa hormona de enraizamiento: Sumerge la base del esqueje en hormona de enraizamiento para estimular el desarrollo de raíces. Este paso es clave para mejorar el éxito del enraizamiento.
- Prepara el sustrato: Llena una maceta con una mezcla de tierra ligera y bien drenada, como una combinación de tierra para macetas y arena o perlita. Humedece ligeramente el sustrato antes de plantar.
- Planta el esqueje: Inserta el esqueje en el sustrato, asegurándote de enterrar al menos 2 nudos. Presiona suavemente la tierra alrededor para que quede firme.
- Crea un efecto invernadero: Cubre la maceta con una bolsa de plástico transparente o una botella de plástico cortada para mantener la humedad y proteger el esqueje. Asegúrate de que haya ventilación para evitar el moho.
- Ubicación ideal: Coloca la maceta en un lugar cálido con luz indirecta, evitando la exposición directa al sol intenso.
- Riego y cuidados: Mantén el sustrato húmedo, pero no empapado. Rocía agua ocasionalmente para mantener la humedad alrededor del esqueje.
- Paciencia y seguimiento: Después de 4-8 semanas, las raíces deberían comenzar a formarse. Puedes comprobarlo con cuidado tirando ligeramente del esqueje para sentir resistencia.
- Trasplante: Una vez que el esqueje haya desarrollado raíces fuertes, trasládalo a una maceta más grande o al jardín para que crezca como una planta de rosas completamente establecida.
¡Disfruta de tus rosas cultivadas desde esquejes sin raíces! 🌹