Ingredientes
- 1 calabacín grande o 2 pequeños
- 2 huevos medianos
- 150 ml de leche
- 1 sobre de levadura en polvo (tipo Royal)
- 2 dientes de ajo
- Perejil fresco al gusto
- 200 g de harina (aproximadamente)
- Sal al gusto
- Aceite para freír
Preparación
- Lava y ralla el calabacín: Lava bien el calabacín y rállalo finamente con piel incluida para conservar su sabor y nutrientes. Coloca el calabacín rallado en un colador y presiona ligeramente para retirar el exceso de agua.
- Prepara la mezcla: En un bol grande, bate los huevos hasta que estén bien espumosos. Añade la leche y mezcla hasta integrar. Incorpora la levadura y una pizca de sal. Remueve bien.
- Añade el ajo y el perejil: Pela y pica finamente los dientes de ajo. Haz lo mismo con el perejil. Agrégalos a la mezcla para potenciar el sabor.
- Incorpora la harina: Añade poco a poco la harina tamizada a la mezcla, removiendo constantemente para evitar grumos. La textura debe quedar espesa pero manejable. Si es necesario, ajusta la cantidad de harina.
- Agrega el calabacín rallado: Mezcla el calabacín con la preparación, asegurándote de que quede bien integrado. La masa debe quedar homogénea y fácil de trabajar.
- Fríe los buñuelos: Calienta abundante aceite en una sartén a fuego medio-alto. Con una cuchara, toma pequeñas porciones de la masa y fríelas en el aceite caliente. Cocina los buñuelos hasta que estén dorados por ambos lados, volteándolos con cuidado.
- Escurre el exceso de aceite: Retira los buñuelos y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
- Sirve y disfruta: Sirve los buñuelos calientes, acompañados de una salsa o simplemente como aperitivo.
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